lunes, 23 de junio de 2008

Inusual


Hoy fue un día poco habitual. No respecto a mi regular comportamiento ni a mis actividades diarias, sino respecto de la forma en que el mundo se ha dispuesto para conmigo. ¿A que me refiero con disposición hombre-mundo?A mi modo de ver las cosas (sin estar descubriendo nada nuevo), la respuesta encuentra sustento partiendo desde una premisa absolutamente subjetiva, según la cual existen tantas percepciones de la realidad, como tantos sujetos existen que perciban esa realidad. Ergo, nadie concibe la realidad de la misma manera que lo hace otra persona dada la complejidad de la razón y de la entidad humana, y dadas las notorias y bastas diferencias que existen entre todos los sujetos. Podríamos imaginar que en un plano ideal entonces existen muchas realidades subjetivas, dimensiones personales o “mundos ideales”, tantos como tantas personas existen. Todo aquello que como sujetos cognoscentes percibimos, es lo que consideramos nuestra realidad o “nuestro mundo” (para llamarlo de una manera más vulgar), y todos los días se presenta ante nosotros como un objeto cambiante, distinto al que era antes de, digamos, acostarnos a dormir.

Definitivamente y a nuestro pesar, más allá de que nuestro ego ande inflado, lastimado o indiferente y escapando a nuestro arbitrio, cada uno es eje de su realidad de una manera subconsciente, como si se tratase de un “fondo de pantalla” o wallpaper del escritorio de nuestra mente que nos fuera imposible cambiar. Es por eso que algunas veces nuestro mundo parecerá mostrarnos cierta antipatía, otras una completa indiferencia, en alguna ocasión pondrá a prueba nuestra capacidad de resolución de conflictos y otras simplemente nos regalará momentos de pura felicidad, días en los qué deberemos entender que efectivamente los planetas están alineados a nuestro favor y todo parece simplemente salir como nosotros deseamos.

Toda esta explicación quizás incoherente, definitivamente incompleta, con poco fundamento, llena de grietas gramaticales y lógicas (e ilógicas), buscaba simplemente darle un marco semi-rígido a la sensación que invadió mi existencia en esta jornada y que me llevó a etiquetarla bajo el rotulo “un día poco habitual”.

En este día el mundo (mi mundo) me pesó, me aplastó contra el suelo y tal vez, hasta me achicó el alma.

En este día me permito (al menos un instante) contrariar a Kundera y su genial concepto que involucra levedad y ser, dado que hoy he sentido una insoportable y apabullante presión simplemente por el hecho de SER. Todavía en este momento subsisten los resabios de aquel sentir y se me hace extremadamente difícil lograr una definición clara.

Hoy mi mundo pretendió algo de mí que no le pude entregar. Una especie de sacrificio del cual dependía la prosperidad del orden de mi realidad, un sacrificio que no pude descifrar (ni siquiera por asomo) cual era.

Ahora ya es demasiado tarde y siento que en esta dimensión algo esencial, un componente absolutamente primario, quizás el quid de este mundo subjetivo se ha desvanecido a causa de mi inacción. En este momento casi nada es lo suficientemente claro.

Deberé conformarme con el consuelo cobarde de acostarme a dormir y esperar a que mañana, como por arte de magia, todo vuelva a ser felicidad, o indiferencia, o tristeza, o un nuevo sacrificio, o simplemente que todo vuelva a SER.

No hay comentarios: