domingo, 27 de septiembre de 2009

Durmiendo con el enemigo

Sus poros escupen arte y felicidad.
Su acotada presencia temporal no representa fielmente el peso de su existencia.
El dolor impúber, el flagelo temprano, habrán influenciado quizás a tan maravillosa madurez.
Su boca es, al mismo tiempo, carnosos labios, extraterrestres sonrisas y flechas tele dirigidas en envase de palabras que aniquilan mi núcleo racional.
Sus ojos oscuros, defenestran teorías pro-celestiales y extinguen cualquier atisbo de compostura.
La asfixia de nuestros cuerpos intentando penetrar la impenetrable materia, no ahoga y por contrario, libera al infinito.
El desparpajo, la naturalidad, el olor, la piel, los besos, la confianza y claridad que recibió sin moderación, contrastan de sobremanera mi mediocre presente.
Ardua batalla he de librar, compartiendo el cuerpo con mi único enemigo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ambiciono que tu naturaleza fuge de ese ente oscuro caracterizado por esa tristeza profunda y abatimiento. Que pueda manifestar su verdad . Que esa maravillosa esencia descubra un escape y pueda demostrar con una sonrisa todo lo que es capas de dar.