lunes, 22 de agosto de 2011

Ignorante felicidad

Nunca había visto una mujer así. Eso y la violenta persecución lo excitaron en demasía. Cuando logró alcanzarla, su perfume dulce lo invitó a tocarla y abrazarla. No se conmovió en lo absoluto con los desgarradores gritos y el llanto. No conocía su significado.
La apretó con tal fuerza que los huesos se quebraron como finas ramas secas y ni siquiera le dio tiempo para morir asfixiada.
Sintió aumentar el peso del cuerpo y dejo que se deslizara entre sus brazos hacia el piso. La miraba atónito. Tocaba la piel, la nariz, los senos, la panza. Le parecían muy suaves. Enganchó el labio inferior con una garra y se maravilló con el brillo de unos dientes que comparó con la luna. Se acostó sobre ella para sentirla mejor, con todo el cuerpo, pero era tan pesado y grande que terminó triturando todo lo duro que quedaba dentro del cadáver. Las vísceras comenzaron a brotar por la boca como un vómito de tonos verdes, rojos y grisáceos. Él no distinguía los colores. Se levantó y comenzó a enrollar el cuerpo desde los pies a la cabeza, cómo hacemos nosotros con los pomos de dentífrico cuando se van vaciando. Los pedacitos de hueso triturado mezclados con el relleno multicolor quedaron todos esparcidos por el pasto y del cuerpo sólo quedo la piel, simulando un disfraz de humano. La cargó sobre su hombro y volvió feliz a su casa mientras decidía entre usarla de alfombra o colgarla en la pared como un raro trofeo.

2 comentarios:

nescui dijo...

Me gustaron mucho las descripciones, es como que se salían de la pantalla (?).
Fan de tus cuentos cortos, tu sabe shico.

El Jota dijo...

Como diria Facebook "Me gusta"