viernes, 2 de abril de 2010

Uno, cinco, dos.

Ensalada sonora, mezcla de buses, taladros e insatisfacciones, algunas más industriales, otras más humanas.
El colectivo, Lo colectivo. Parecen todos ajenos a su individualidad, ensimismados ad honorem en uniformes que se baten a duelo con la belleza de cada uno. Incluso algunas de ellas pierden (en realidad todas pierden), escondiendo un mayor o menor porcentaje de su gracia.

El tibio sudor, los ojos bien abiertos y atentos esperando que se abran las puertas de lo usualmente invisible.
Se enciende el proyector a plena luz del día. Proyecta vida en diapositivas.
Aún no sé de que lado estoy, pero de pronto todo es tan perfecto, tan quieto y gratuito.
Todo avanza inmóvil mostrándome paisajes de cemento histórico, que hoy es demasiado mío como no sabía que podía ser.

Pocos saben que es de ellos también.

1 comentario:

M dijo...

Todas las mañanas y todas las tardes/noches, juego a adivinar las profesiones de los pasajeros.
Está bueno, porque para mí, siempre gano. (total nunca les voy a preguntar a qué se dedican).
O a ganarle a la inercia y no caerme aunque frene fuerte y yo no esté agarrada de nada. Mi prof de flamenco dice que es buen ejercicio para mantener el eje.
Sanador lo que estás escribiendo..
No importa si no todos entienden.
Al fin y al cabo la clave sos vos (y es cada uno), no?

As usual, sigo pasando por acá. (y releyendo lo que me gusta como verás)
Beso,